Monasterio
Orden de la Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María.
La orden de
¿Quién es Beatriz de Silva?
Beatriz nació en Ceuta, de padres portugueses, de nobleza real, y pasó a Castilla como dama de la corte de la reina Isabel, esposa de Juan II, rey de España; padres de Isabel
Su belleza extraordinaria pronto deslumbró a todos, siendo causa de celos y envidias entre los cortesanos. Tanto fue así que la misma reina quiso quitarla de en medio considerándola como peligrosa rival, sirviéndose de un gran baúl donde moriría asfixiada.
En estos tres días de encierro, Beatriz, se confió a la Virgen Inmaculada, a quien había aprendido a amar desde niña bajo la educación de frailes franciscanos.
Y fue allí mismo, donde recibió la visita de la Virgen María, vestida de blanco y azul, con el encargo de que fundara una Orden religiosa que honrase su Inmaculada Concepción.
En 1453 despreciando los lujos y comodidades que le brindaba la corte, se retiró al Monasterio de Santo Domingo el Real de Toledo, donde permaneció 30 años sin profesar regla alguna; esperando el momento destinado por Dios para dar comienzo a la nueva familia religiosa.
En 1484, ayudada por la entonces reina de España, Isabel
En 1489 se realiza su deseo, cuando el Papa Inocencio VIII le concede la Bula de Aprobación.
Beatriz fue la receptora e inspiradora del carisma, pero enseguida hubo de abandonar su proyecto en manos del Señor
En el mes de Agosto de 1490, profesó esta vida y murió. Fue canonizada el 3 de Octubre de 1976 por el papa Pablo VI.
De santa Beatriz de Silva bien se podría decir que fue la «precursora de la Inmaculada». Dios la eligió para que, a través de la vida de sus hijas, se fuese preparando el camino y haciendo «luz» al dogma de
Cuatro siglos antes de que la misma Virgen revelara en Lourdes: "Yo soy la Inmaculada Concepción", Santa Beatriz lo vivió y lo dejó como carisma a sus hijas, las monjas Concepcionistas Franciscanas; quienes reciben también de la espiritualidad de San Francisco de Asís, y viven la vida fraterna en un estilo humilde, sencillo y universal.
CARISMA
Como Concepcionistas realizan el seguimiento de Cristo a ejemplo de María; en el silencio que facilita la escucha de la Palabra, en la obediencia a los planes de Dios sobre el mundo y la propia persona, en las sencillas tareas cotidianas de la vida, en la entrega generosa de la capacidad de amar y en la libertad de disponer de la propia vida.
La orden de
Hoy sigue siendo válida para los hombres, la vida contemplativa de las seguidoras de santa Beatriz que, desde el silencio y soledad de sus monasterios, proclaman la soberanía de Dios y su amor gratuito manifestado en el misterio de salvación que se revela en María Inmaculada, Madre de Dios y Madre nuestra, amor que hacen presente a través de su oración
CONSAGRACIÓN
Una forma de seguir a Cristo con María.
Por la profesión religiosa la monja concepcionista hace una entrega total de sí misma a Dios, viviendo en fraternidad; y se compromete a vivir en obediencia, pobreza, castidad y clausura
VIVENCIA
a) Celebración Eucarística
Haciéndose un solo espíritu con Cristo
La Eucaristía ocupa un lugar central en la vida.
En la Eucaristía no recibimos nosotros al Señor, sino que Él se adelanta a recibirnos a nosotras asociándonos a su muerte y Resurrección.
b) Oración
En el Espíritu del Señor y su Santa operación.
La concepcionista por su específica llamada a la unión con Dios en la contemplación, se inserta plenamente en la comunión Eclesial.
En el rezo de la liturgia de las horas, se une a toda la Iglesia en su ofrecimiento cotidiano de intercesión por todo el pueblo de Dios; en unión a Jesucristo como ofrenda al Padre.
c) Vida de Adoración
Encuentro personal con Cristo
La Adoración al Santísimo, que es presencia real de Jesús Sacramentado; es una prolongación de la acción de gracias por el don de la Eucaristía, que sigue actuando en cada una
d) Vida Fraterna
En el amor de Cristo
La vida comunitaria en fraternidad, es la manifestación del amor de Dios, que une entre sí y congrega en torno a Cristo; formando una familia peculiar en la que cada hermana es un don de Dios.
¿Qué Buscas?...¡Ven y Veras!
Cuando el Señor pone en nuestro corazón el Don de la Vocación, que no es sino una invitación a seguirle más de cerca en la vida consagrada; aparece el deseo de saber cómo se le puede responder a esa novedad de vida.
Los obstáculos y dificultades se harán presentes, pero es cuestión de no anteponer absolutamente nada a su amor.
¡No tengas miedo!
Jesús te comunicará la valentía y decisión necesaria, como a nuestra santa fundadora, y a todo ese sin número de hombres y mujeres que a lo largo de la historia, supieron dar un Sí a tiempo y mantenerlo hasta el final.
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Monasterio de la Purísima Concepción
Los Olivos-Lima
(Perú)